El desastre de Alta Córdoba fue otro llamado de atención, pero parece no importarnos. Sólo nos miramos el ombligo y da la impresión de que nuestros gobernantes sólo están fascinados por mostrarle a la sociedad que se encuentran “en acción”. Imágenes oscuras y decadentes.
Sólo por una casualidad, hoy no estamos lamentando una tragedia mucho mayor que el desastre ocurrido el jueves pasado en barrio Alta Córdoba, a escasos tres kilómetros del Centro de la capital provincial.
Otro golpe furibundo que tiene una sola razón de ser: la desidia. Parece que en estas tierras cualquiera puede hacer cualquier cosa. No hay control ni autocontrol. Es el Estado y somos nosotros, cada vez más cautivados por mirarnos el ombligo, sin ver lo que pasa más allá de nuestras narices.
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