Cuando cae el sol, la confusión es mayor. Es cuando los caños de las paradas de colectivo se ponen más fríos e invitan a guardar las manos en los bolsillos. Es cuando la fila de autos se vuelve un músculo de luces que pugna por doblarles el brazo a los semáforos.
Es cuando los taxis van y vienen empachados, indiferentes.
La improvisación, la irresponsabilidad y la mala fortuna están complotadas. Lo sabe bien la gente parapetada en la fría oscuridad.
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