A pocos kilómetros de La Quiaca, el pueblo de Yavi asiste, quizás, al último éxodo jujeño. Lo que otrora fuera asentamiento del único marquesado en la región, se ha convertido en un pueblo fantasma, donde los jóvenes huyen y los ancianos ya no pueden.
La combinación de un poco de historia, la fantasía sobre algunas excentricidades que habrán ocurrido en tiempos pasados, y sin dudas, la urgencia por llegar rápido al pueblo y comer unas ricas empanadas junto a un vinito de Cafayate, aceleraron la partida de quién escribe esta nota hasta Yavi, a unos 16 kilómetros de La Quiaca.
Fue un paso obligado en la ruta al Alto Perú y estuvo dominado por un marqués por más de un siglo. Pero hoy Yavi parece un pueblo fantasma: los hombres se van, o se mueren, y las mujeres siguen pastoreando a sus ovejas y sembrando, en un rincón jujeño donde lo que pervive es la fe.
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