Los tiempos judiciales continúan demorados, las trabas para que les crean a los denunciantes son recurrentes y las dudas sobre las víctimas siguen repitiéndose.
14 de febrero de 2006. “Te esperamos”. Con esta frase atroz, el expolicía Rosario Cándido González terminaba la carta manuscrita que dejaba a su exmujer. Abajo, obligó a sus cuatro pequeños hijos, quienes tenían entre 16 y 6 años, a firmarla. Luego los ejecutó, uno a uno, en el pequeño departamento de la Torre 5 del complejo de edificios de barrio Cerveceros, en la ciudad de Córdoba. Al terminar su faena criminal, se quitó la vida.
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