Agencia Télam
Un programa estatal que se aplica en cárceles del país permite que los internos adiestren perros de asistencia destinados a personas con discapacidad.
La idea de unir a través de los animales a personas privadas de la libertad y a las que conviven con discapacidad se le ocurrió, hace 20 años, a la monja estadounidense Pauline Quinn que coordina el proyecto Prison Dog Project, iniciativa que se expandió en distintos lugares del mundo al impulso privado, pero que sólo en Argentina encontró eco a nivel gubernamental.
"Huellas de Esperanza" es el nombre de fantasía del Programa de Adiestramiento de Perros en Cárceles del Servicio Penitenciario Federal.
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