Las cifras del delito son una brasa ardiente que se ocultan. De la Sota apuesta a la política efectista de mostrar policías en las calles, móviles con patentes nuevas y un helicóptero que vuela por las noches.
Viejo conocedor de la política –no por nada lleva 11 años en el poder de Córdoba–, sabe muy bien de qué conviene hablar y de qué no. Fuera de todo cuestionamiento, el gobernador José Manuel de la Sota traza analogías entre chicos limpiavidrios y potenciales delincuentes; insiste con la perpetua absoluta a los asesinos; pide cuasi mano dura; promueve leyes que impiden no sólo la sindicalización de los policías, sino además la posibilidad de que los uniformados se reúnan en un bar a hablar sobre lo que les pasa, sobre todo luego del autoacuartelamiento de diciembre de 2013.
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