Política Ya hubo varios funcionarios que se estamparon el helado en la frente como Forster. Empezando por quienes enarbolaron bien alto la teoría del suicidio. En días, Nisman también pasó de Satanás a “pobre muchacho”. Pobre Ricardo Forster. Ayer fue la última víctima de un deporte que se ha tornado de alto riesgo: firmar al pie las teorías que Cristina Fernández va sacando con fritas para tratar de hilvanar un relato más o menos creíble. El pensador arriesgó que la denuncia de Nisman buscó desatar la bronca “cuando la sociedad vivía con alegría el verano”. Pero eso no es nada. Cada uno hace los chistes que puede.
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