La aparición de una persona que exhibía una pistola 9 milímetros dentro del campo de juego e increpaba al DT del equipo visitante, el pasado viernes 7 de este mes en el estadio de Lanús, es un hecho que denota a las claras la imperiosa necesidad de poner freno de una vez por todas a los violentos que “copan” el fútbol.
Según afirmó el presidente de dicho club, se trata del hijo del jefe de Seguridad de Lanús, quien además sería integrante de la Policía federal, pero que claramente no estaba en funciones.
No esperemos nuevas víctimas fatales para actuar. Terminemos con las complicidades y la naturalización de la violencia de los barras; porque mientras ellos organizan “la fiesta”, las familias organizan velorios.
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