sábado, 25 de octubre de 2014

Nordeste brasileño: ceará, un viaje al sol

Cae la tarde en la ciudad de Fortaleza, capital del estado de Ceará, punto de partida de un viaje al sol.
Bares a la espera de sus clientes, en Dragao do Mar, Fortaleza.
Comienza la peregrinación hacia la cima de la duna Por de Sol.
Hay quienes prefieren disfrutar del mar cuando el sol va perdiendo su fuerza. Tabla de surf y remo para la intrépida.
Adolfo Díaz (Especial)

La carretera se va abriendo camino por paisajes cambiantes. Cerca de Fortaleza, llanuras casi verdes, a fuerza de sembrar y regar, salpicadas con palmeras y bananos, y más allá, el sertâo (palabra que viene de desertâo, desierto), una inmensa planicie víctima de una sequía recurrente, que dura años, como la actual. 

Tierra árida, con arbustos achaparrados, colinas de baja altura, arroyos secos, dunas infértiles, calor. Cada tanto, más palmeras sobre tierra color arena oscura, coronadas por cielos plomizos, anuncio de tormentas que no se concretarán. 

En Jericoacoara, a unos 300 kilómetros de Fortaleza, la capital del estado de Ceará, todos los días se cumple un rito a la hora de la puesta del sol. Canoa Quebrada es otro destino con rica historia: pueblo de pescadores y antiguo enclave hippie, conserva el encanto.



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