Con cierta frecuencia, enfermedades de nombres exóticos o brotes epidémicos provocan temor en la población. La sensación de estar rodeados de nuevas amenazas a la salud parece confirmarnos cotidianamente la fragilidad humana.
Ya sugería Rousseau (en 1762, con inexistentes terapéuticos) que “antes, la conciencia de la propia muerte sólo se tomaba cuando ocurría. Ahora, los médicos se encargan de ponernos en contacto con ella infinitas veces en vida”.
Con cierta frecuencia, enfermedades de nombres exóticos o brotes epidémicos provocan temor en la población. La sensación de estar rodeados de nuevas amenazas a la salud parece confirmarnos cotidianamente la fragilidad humana.
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