viernes, 15 de agosto de 2014

Dos tardías gotas de justicia por el genocidio camboyano

Todavía retumban en la memoria colectiva las ejecuciones sumarias, las reclusiones en campos de trabajo, el cierre de escuelas y hospitales, las hambrunas y la anulación de la individualidad que acabaron con la cuarta parte de la población del país entre 1975 y 1979.

Es ingenuo pensar que dos condenas que llegan con casi tres décadas de demora cicatrizarán esas profundas y aún abiertas heridas que infligió el Jemer Rojo a los camboyanos. Las casi dos millones de muertes que dejó el régimen de terror de Pol Pot en los ’70 no se borrarán con el plumazo de un juez. Todavía retumban en la memoria colectiva las ejecuciones sumarias, las reclusiones en campos de trabajo, el cierre de escuelas y hospitales, las hambrunas y la anulación de la individualidad que acabaron con la cuarta parte de la población del país entre 1975 y 1979.



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